Desde que asumió la presidencia en agosto de 2022, Gustavo Petro se ha presentado como un líder transformador, prometiendo reformas sociales para combatir la desigualdad y las injusticias históricas en Colombia. Sin embargo, su reciente impulso a una consulta popular—un mecanismo tipo referendo para sortear al Congreso y avanzar con su estancada reforma laboral—ha encendido alarmas. El discurso de Petro en torno a esta iniciativa es cada vez más incendiario, radicalizado y diseñado para polarizar al país. Lejos de promover la unidad, su retórica divide a Colombia entre “el pueblo” (sus seguidores) y “las élites” (sus opositores), presentando cualquier disenso como una traición. Este artículo analiza siete aspectos preocupantes del discurso de Petro, centrados en la consulta popular, que revelan una estrategia de politiquería—maniobras políticas para ganar réditos electorales—en lugar de un genuino ejercicio democrático.
1. Una Visión Maniquea: El Pueblo contra las Élites
El discurso de Petro se basa en una narrativa binaria que enfrenta al “pueblo” con las “élites”. En su discurso del 18 de marzo de 2025 en la Plaza de Bolívar en Bogotá, acusó a los congresistas que se oponen a su reforma laboral de estar “vendidos a los dueños del dinero” y traicionar los intereses de la nación. Esta retórica presenta a Petro y sus seguidores como los únicos defensores de la virtud, mientras que sus opositores—sean legisladores, empresarios o incluso el alcalde de Bogotá—son demonizados como corruptos o antipopulares. Este enfoque reduce debates políticos complejos a una cruzada moral, silenciando el diálogo y agudizando la fractura política del país.
2. Lenguaje Incendiario que Aviva la División
La elección de palabras de Petro es cada vez más agresiva. En el mismo evento en la Plaza de Bolívar, calificó a los congresistas opositores como “traidores” movidos por la “codicia” y arremetió contra el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, acusándolo de ser un títere de los poderosos. Este lenguaje no solo exacerba las tensiones políticas, sino que también incita a la confrontación social, alimentando un clima de hostilidad que dificulta la convivencia democrática.
3. La Consulta Popular como Herramienta de Politiquería
La consulta popular, presentada como un mecanismo para empoderar al pueblo, parece más una estrategia de politiquería. Petro ha promovido esta iniciativa tras el estancamiento de su reforma laboral en el Congreso, insinuando que los legisladores bloquean el progreso por intereses mezquinos. Sin embargo, como señaló la representante Jenifeer Pedraza en un hilo reciente en X, la consulta carece de claridad jurídica y podría ser un intento de galvanizar a su base electoral de cara a futuros comicios, más que una solución práctica para implementar reformas. Este uso oportunista de un instrumento democrático erosiona la confianza en las instituciones.
4. Deslegitimación de las Instituciones Democráticas
Petro frecuentemente cuestiona la legitimidad de las instituciones que no se alinean con su agenda. En sus discursos, ha sugerido que el Congreso, la Corte Constitucional e incluso los medios de comunicación están capturados por las élites, lo que justifica su llamado a una consulta popular para “devolver el poder al pueblo”. Esta retórica socava la separación de poderes y debilita el Estado de derecho, al presentar cualquier contrapeso institucional como un obstáculo ilegítimo.
5. Culto a la Personalidad: Petro como Salvador
El discurso de Petro refuerza una narrativa mesiánica en la que él aparece como el único capaz de salvar a Colombia. Al posicionarse como la encarnación del pueblo, cualquier crítica a su gestión se interpreta como un ataque a la voluntad popular. En sus alocuciones, Petro suele hablar de un “mandato histórico” que lo obliga a actuar, incluso si eso significa confrontar a las instituciones. Este culto a la personalidad polariza aún más el debate, dificultando la construcción de consensos.
6. Instrumentalización del Descontento Social
Petro capitaliza el descontento social—legítimo en un país con profundas desigualdades—para alimentar su narrativa polarizante. En el contexto de la consulta popular, ha convocado movilizaciones masivas, presentándolas como una muestra de apoyo popular, pero también como una advertencia a sus opositores. Esta estrategia, aunque efectiva para movilizar a sus bases, exacerba las tensiones sociales y puede derivar en enfrentamientos, como se ha visto en protestas recientes en Bogotá.
7. Narrativa de Víctima para Silenciar Críticas
Finalmente, Petro recurre frecuentemente a una narrativa de víctima para deslegitimar a sus críticos. En sus discursos, asegura que enfrenta una “conspiración” de las élites, los medios y hasta potencias extranjeras para sabotear su gobierno. Esta retórica no solo evade la rendición de cuentas, sino que también polariza al presentar a sus detractores como enemigos del progreso. La consulta popular se enmarca en esta narrativa, como una supuesta respuesta a un sistema que “le impide gobernar”.
Ese discurso en torno a la consulta popular refleja una estrategia deliberada para polarizar a Colombia, consolidar su base electoral y deslegitimar a sus opositores. Si bien su retórica apela a las aspiraciones de justicia social, sus métodos—incendiarios, radicalizados y centrados en la politiquería—amenazan con profundizar las divisiones en un país que necesita consensos para avanzar. Como advirtió la representante Jenifeer Pedraza, la consulta popular podría ser más un espectáculo político que una solución real. Colombia merece un liderazgo que una, no que divida.