Guillo opina | La habitación de al lado

«Todo lo que vive no debería morir.»
Así arranca uno de los diálogos más poderosos de La habitación de al lado, una película que, si bien no es de las mejores de Almodóvar, deja una huella profunda con su mensaje trascendente sobre la necesidad de aceptar la muerte como parte inevitable de la vida.

La historia gira en torno a una escritora que confiesa su miedo a morir, pero que, irónicamente, se entera de que una antigua amiga está enferma de cáncer. A pesar de llevar años sin hablar, decide visitarla. El reencuentro no solo es físico, sino también emocional y existencial.

La película está cargada de los símbolos inconfundibles de Almodóvar: la música, los colores, los diálogos afilados y las historias sórdidas. Como la de ese par de carmelitas que vivían una aventura homosexual en medio de la guerra en Irak. Solo por eso, por esa dosis de dopamina que me provoca ver algo con el sello del director manchego, me doy por bien servido.

Quizás me hubiese gustado ver más de ese cine underground que lo hizo tan único, con personajes populares, de barrio, con acento y cicatrices. Aquí, en cambio, todo es más pulido, más anglosajón. Entiendo que es su primer largometraje en inglés y que, tal vez por eso, los personajes debían ser más «americanos». Pero sí me chocó un poco encontrar los clichés de clase media demócrata preocupada por el cambio climático. En un país tan complejo como Estados Unidos, hay un mundo sórdido lleno de historias que merecen ser contadas.

De resto, el diálogo fue impecable. Almodóvar no falla ahí. Hay frases que me marcaron, como cuando Martha dice que morir antes de que el cáncer te mate es una forma de ganarle la guerra. ¡Wow!
O esa escena con la nieve cayendo sobre vivos y muertos… me arrancó un puñado de lágrimas.

La habitación de al lado no es una película para todo el mundo. Es una cinta para desmenuzar, para detenerse, para digerir segundo a segundo. Es una obra de arte llena de significantes que solo alguien con más de 40 años de trayectoria puede darnos. Y sí, se nota que Almodóvar ha evolucionado.

Sin duda, una película adaptada a estos tiempos en los que se debate —con razón— sobre la eutanasia y el derecho a morir dignamente.

Yo le doy un 8 de 10.

Guillo
@codiguillos

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